Archive for junio 2010

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Entre el infierno y el cielo

11 junio 2010

Dharamshala, Himachal Pradesh (India)

-dia 237-

Delhi: el caos y la locura, la vida al extremo, al extremo de la capacidad de sobrevivir a cualquier precio, al extremo de las temperaturas mas sofocantes que uno pueda imaginar, al extremo de todos los extremos: donde la miseria mas absoluta convive junto a la mas ostentosa de las riquezas, no existen distancias entre ambas, a veces ni siquiera hay barrera alguna, pero todos perciben un infinito abismo, tan grande que serian necesarias varias reencarnaciones y un buen karma para poder salvarlo; solo unos pocos afortunados como nosotros podemos saltar de un lado al otro casi sin darnos cuenta, y a veces creo incluso que solo nosotros podemos mirar directamente a todas las caras de este complejo pais. Tampoco hubo amigos en esta inhumana capital, me parecia que ni siquiera existian las buenas intenciones, siempre afloraban intereses ocultos o manifiestos detras de cada acto: una sonrisa, una mirada, un apreton de manos, una larga conversacion amistosa… acababan llevandome o intentandolo sin excepcion a la tienda del colega o a una agencia de viajes para procurar extraerle unas rupias a las escasas buenas acciones que Delhi veia… Se que soy injusto contigo, que no te he conocido bien, que he tenido mala suerte… pero esta ha sido mi impresion de la ciudad mas dura que se me ha presentado a lo largo de todo este viaje.

Memorial de Gandhi

Delhi fue la union de varias ciudades vecinas cuyas principales obras arquitectonicas datan de la era del imperio mogol, como el Fuerte Rojo y la Jama Masjid; tras varias revueltas en Bengala, y temiendo los ingleses al fantasma de la independencia trasladaron la capital desde Calcuta, y como no les gustaba se construyeron aqui una ciudad que les parecia mas hecha para ellos: New Delhi, una urbe moderna de grandes avenidas y lujosas plazas, lejos de las callejas en ruinas de Chowri Bazaar y Paharganj.

Jama Masjid

Cinco dias tuve que pasar alli, el tiempo justo de tramitar mi nuevo visado chino en el hotel mas lujoso que mis pies han pisado nunca (y probablemente que pisaran… hace falta aclarar que yo me alojaba en un tugurio? que solo fui alli a discutir con chinos? no, verdad?), aprovechando tambien para despedir a varios viejos amigos de este viaje que el azar metio durante la misma semana en diferentes aviones de vuelta a sus casas (buen regreso!). Por otra parte, el intenso calor que no daba tregua ni de dia ni de noche, el polvo, la contaminacion, la insistencia de todo el mundo y el acoso constante de intermediarios, chanchulleros, timadores y demas personajes cotidianos supero mi capacidad de aguante y, por primera vez en este viaje, senti y reconoci mi derrota y mi incapacidad de hacerle frente. No habra mas asaltos, Delhi, no si puedo evitarlos.

Hotel donde se hacia el visado chino
Calle de Paharganj
Cartel de aviso a extranjeros. Estacion de New Delhi

A 500 kilometros hacia el oeste en un vagon sleeper class encontre la antitesis de todo esto: Amritsar, en la frontera indopakistani, es el centro religioso del sijismo. Los sijs (o sikhs), esos celebres personajes ataviados con turbante, barbas y cuchillos, lanzas o espadas ya los conocisteis en mi anterior entrada sobre Calcuta.

Pues bien, forman una importante secta repartida por todo India y el resto del mundo, pero su residencia tradicional ha sido siempre el Panyab, ahora separado entre India y Pakistan; sus origenes se remontan al siglo XV, cuando el guru Nanak propuso una reforma mas justa de la sociedad, rechazando el sistema de castas y los privilegios de los brahmanes en las ceremonias religiosas, asi como promulgando la igualdad entre todos los seres humanos independientemente de sus creencias religiosas y nivel social. Sus seguidores aceptaron su indumentaria y algunos de ellos se convertirian en una elite de bravos guerreros de vida pura y estrictos codigos morales famosos en el mundo entero que extenderian el mensaje. Resultado: los molieron a palos; todos sin excepcion: hindus, afganos, mogoles… aparecen en cuadros y grabados cortando sus cabezas, cocinandoles en ollas (no es cogna aunque lo parezca) y sometiendoles a todo tipo de torturas, que riase usted de la Santa Inquisicion, a lo largo de los ultimos siglos. En 1919 a los britanicos les gusto la idea y continuaron con el ejemplo, vanagloriandose de su punteria al provocar 1.400 heridos graves y muertos con unicamente 1.400 balas en una manifestacion pacifica pro-independencia en Amritsar; el general Dyer fue condecorado por ahorrarle gastos a la Corona, y este hecho propicio que cientos de miles de personas empezaran a seguir a un tal Mohandas Gandhi que empezaba a darse a conocer y a su movimiento no violento por la independencia del pais.

Tras ella, la particion condeno a muerte el Panyab, separado entre dos naciones enemigas que se masacraban a uno y otro lado de la frontera, frustrando ademas los suegnos de los sijs de crear su nacion del Khalistan. Pese a la represion, estos suegnos continuaron, y en 1.984 el Gobierno de Indira Gandhi (que nada salvo el apellido compartia con el Mahatma) cometio un error imperdonable: bombardeo el Templo de Oro matando a centenares de sijs que se habian encerrado pacificamente en su recinto mas sagrado (aumentando a millares tras las protestas que le siguieron). Meses mas tarde, la misma presidenta fue asesinada por dos guardias de su escolta… sijs!, provocando mas persecuciones y mas muertes.

Con esta dura historia, todavia me resulto mas extragnable y sorprendente el haber encontrado en Amritsar un lugar donde generosidad y carigno se derrocha en cada acto; me enternecio vivir como por una vez, una religion parece consecuente con sus principios y ver como desde su cupula se practica esa igualdad entre los seres humanos que los diez gurus del sijismo han ido predicando a lo largo de los siglos… Para haceros el simil quiero que ahora todos penseis en vuestro lugar mas especial, real o imaginario, aquel al que algunos de vosotros acudiriais a buscar ayuda, a reflexionar serenamente o incluso a dar las gracias; y una vez visualizado invitarais a los miles de peregrinos, viajeros, vagabundos y turistas de todas las etnias, clases y religiones que diariamente se dan cita para disfrutar de el, ser alojados y recibir uno o varios platos de comida, todo gratuitamente, o mas bien a cambio de una donacion voluntaria para su mantenimiento, que por otra parte nadie vigila… en eso mismo pensaba mientras hacia fila junto a otros cientos de personas, bandeja en mano, mientras esperabamos recibir nuestra racion arroz con verduras y chapatti; y tambien cuando dormia junto al resto de compagnerxs, en el lugar mas cercano a la utopia que he estado nunca.

Templo de Oro

Una cantina servida y organizada por voluntarixs de todas las edades, bajo el siguiente slogan

alimenta cada dia a unas diez mil personas; otras tantas duermen bajo su techo, y cuando este se llena, bajo las estrellas que iluminan el Templo de Oro -maravilla arquitectonica que dicen que se llama asi por estar recubierta de tropecientas toneladas de oro, pero yo creo que el nombre le viene de lo que se vive a su alrededor-; el ambiente que alli reina os lo podeis imaginar (resumiendolo mucho, algo asi como el ejemplo opuesto de Delhi) yo mismo, alli solo, despues de andar charrando con el uno y con el otro, termine en el cuarto de descanso de los centinelas que me invitaron a chai y kiir, sentado en la alfombra junto a uno de sus sabios… un pugnado de buenas experiencias mas ocurrieron alrededor del estanque sagrado del Amrit Sanovar, pero preferiria que alguna vez os sintierais invitadxs a sentaros a la mesa y disfrutarlo por vosotrxs mismxs… Dicen ademas que los sijs intentaron tomar las mejores virtudes de distintas religiones, mi reflexion es que nosotros deberiamos adoptar cuanto antes las mejores costumbres que los sijs ofrecen.

Cocina
Albergue

Y aun hubo mas, me contaron que Amritsar se guardaba otra sorpresa. A la salida de la ciudad se halla la frontera con Pakistan, y cada tarde a las 5 y media tiene lugar un espectaculo unico en el mundo, mucho mas digno de los Monty Phyton que de dos paises que se odian: cuando cierra la valla fronteriza los anfiteatros a uno y otro lado se empiezan a llenar: superpoblado del lado indio, mas escaso y separado por sexos el del lado pakistani; y mientras desde este ultimo se escucha una solemne musica islamica los altavoces indios aporrean con las canciones mas modernas que el joven publico asistente no duda en bajar a la zona aduanera y bailar en una especie de coreografia bollywoodiense; pero ensegnar a los aburridos pakistanis lo bien que nos lo pasamos aqui es solo el principio… Un animador a cada lado de la frontera excita al publico ya calentito, y mientras aqui se grita furiosamente: «Hindustan!», desde el otro lado nos responden: «Pakistan!», y mas cosas que no entiendo… Enormes banderas son desplegadas en ambos lados y nignos euforicos hacen fila para correr con ellas bajo los gritos de un publico sumido en un enfermizo fervor patriotico.

Ahora los soldados pasan a ser los actores principales de un show que es cada vez mas surrealista: nada menos que una competicion a ver quienes son capaces de gritar a pleno pulmon durante mas rato, con un publico que ya a estas alturas esta completamente loco; justo despues del alarido los soldados van desfilando levantando los pies a la altura de sus cabezas hasta llegar uno por uno al punto desde donde se debe arriar la bandera que se volvera a alzar a la magnana siguiente… Me perdi el final de esta demencia; de repente desde el desierto se levanto una impresionante tormenta de arena que oscurecio el dia por completo, derribo arboles y saco a la gente de su psicosis nacionalista, que huian despavoridos. Surrealista final para una surrealista funcion entre dos grandes potencias con dos surrealistas bombas atomicas apuntandose entre ellas.
Y la Cachemira? Bien, gracias, y usted?

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Para los muertos

5 junio 2010

Amristar, frontera indopakistani (Punjab, India)

-dia 231-

Estais viendo que bien me estoy portando? Doy por desconvocada mi huelga. Ale, ale, que teneis tajo pa leer… fotos no hay muchas por razones obvias.


La antigua Benares es una de las ciudades mas antiguas de la Tierra, el lugar sagrado por excelencia para los hindus desde hace mas de 4.000 agnos , el punto de conexion entre la vida y la muerte, con un unico protagonista indiscutible: el Ganges, nacido de una lagrima del ojo de Shiva.

A 50 grados, poco mas se puede hacer en la ciudad que un secado masivo de ropa

Morir en Varanasi es un suegno, un regalo para el cuerpo y el alma, tanto que muchos ancianos pudientes reservan este como el ultimo viaje de su vida, esperando fervientemente que les llegue su hora en la ciudad sagrada. La persona cuyo cuerpo es quemado en Varanasi y sus cenizas arrojadas al Ganges tiene asegurada una reencarnacion en una casta superior o incluso escapar del circulo infernal del samsara o reencarnaciones infinitas y alcanzar asi el moshka (equivalente al nirvana budista).

Para ello se sigue siempre el mismo proceso: tras la muerte de una persona, el hijo mayor debe afeitarse la cabeza y dejarse en la nuca una coletilla en homenaje a Krishna; el cadaver es portado al dia siguiente por familiares y amigos (todos hombres) a orillas del Ganges, a veces desde muchos kilometros de distancia. Nadie puede derramar una lagrima, como me dijo un hindu durante un funeral: «my friend, la pena va por dentro, por fuera todos deben aparentar que estan contentos. Por eso no esta permitido que acudan mujeres a los funerales, ellas son debiles y siempre acaban llorando. Bueno… por eso, y por el sati». (Aclaracion, la inocente palabra «sati» indica una de las tradiciones mas machistas, barbaras y macabras que la historia del ser humano ha conocido nunca: tradicionalmente, cuando un hombre moria, la viuda debia arrojarse voluntariamente a la pira donde estaba ardiendo el cadaver de su marido; de no hacerlo por cuenta propia, la familia del difunto la forzaba. Algunas veces incluso eran nignas, obligadas a casarse con vejestorios por el sistema de matrimonios arreglados que todavia se aplica en la mayor parte del pais. Y aunque los britanicos prohibieron esta brutalidad hace casi dos siglos, parece que todavia sigue practicandose en algunas areas rurales del Rajasthan y Madhya Pradesh…)

Volviendo al tema, la pira de madera ya esta preparada cuando el cortejo llega con el cuerpo, la cantidad y calidad de la madera varia en funcion del poder adquisitivo del fiambre -hay organizaciones caritativas que la regalan a los parias- y la proximidad al rio, en funcion de su clase social. Se introduce el cuerpo entre los troncos, y el hijo, vestido de un blanco impoluto, debe rodear cinco veces la pira recitando unos mantras; acto seguido, se procede a prender la pira y todos se quedan observandola durante la combustion, que suele durar unas 3 o 4 horas. A las dos horas y media, el mismo hijo debe abrir la cabeza del padre (delicadamente) con un hacha para ayudar a liberar su alma; y al acabar de incinerarse se recogen las cenizas y se depositan en el Ganges; los trozos que no han ardido completamente se depositan de igual manera para alimento de peces y otros bichos, como ultima muestra de gratitud con este mundo de un alma que va a pasar a mejor vida.

Solo cinco tipos de vida y muerte escapan de la pira y su cuerpo se echa entero al fondo del rio, atado con una piedra; la mayoria de estos por considerarse ya puros en el momento de la muerte, como los bebes, las mujeres embarazadas, los sadhus (ascetas religiosos), victimas de mordedura de cobra (animal sagrado); y otros, como los leprosos, tambien, considerados clasicamente como castigados por los dioses. Los muertos por viruela tambien estaban en este grupo, pero por mas que se empegnasen en discutirmelo (y estoy convencido de que mas de uno se habra ido directamente al agua con ese diagnostico), afortunadamente ya no queda ninguno.

Cualquier persona (y yo soy persona) puede presenciar estas piras, que en numero de unas 300 cada dia, se realizan principalmente en dos ghats de la ciudad, asi como otras practicas religiosas que la gente sigue practicando en el rio como lo hicieron sus ancentros pese a la presencia de extranjeros.

Varanasi es una ciudad que vive de cara al rio, su «madre», y ademas de las cremaciones, alli se bagnan y alli se lava la ropa, se lavan los dientes (si quereis experimentar algo parecido podeis acudir a imitarlo a vuestra alcantarilla de confianza) y se pesca; y sobre todo se realizan las «pujas»: cada magnana al amanecer, tras el bagno purificador, decenas de miles de personas realizan sus ofrendas al rio, con flores, con velas… y este se llena de una extragna magia exotica y cautivadora.

Y cada noche, una puja de de parte de toda la ciudad ofrece al rio (y a los turistas) un magnifico espectaculo de devocion, musica y misticismo.

Puja al Ganges
Un local mas

Y dicho esto, los ghats de la orilla del Ganges es lo unico con diferencia que enamora de esta ciudad al viajero. Fuera del rio, caoticas calles de horrible trafico, vendedores de todo donde el extranjero es el blanco constante de la oferta de todos los productos, engagnabobos, timadores profesionales, guias o pseudoguias… y miles de vacas que lo colapsan todo a una temperatura que no ofrece lugar para la vida: 51 grados a la sombra!!!! (ay, Mongolia, cuanto te he agnorado…)

El trafico en Varanasi, pa’ que os quejeis de la Gran Via
No me llevo nada, gracias

Coincidio con mi visita a la ciudad el 27 de mayo, aniversario del nacimiento, Iluminacion y otra muerte, la del Buddha; y fui a una ciudad cercana donde reside una gran comunidad de refugiados tibetanos, que lo celebraban a lo grande: con un espectaculo de laser y sonido que narraba la vida de Siddharta Gautama, y posteriormente en version ballet. Todo muy… tibetano.

800 kilometros valle arriba, se construyo otra ciudad, que si bien esta no se hizo expresamente para los difuntos, un cadaver en particular le dio fama internacional. Agra fue la capital de imperio mogol (sociedad islamica que, a grosso modo, conquisto, unifico y goberno sobre el subcontinente hasta la conquista britanica) y desde los tiempos de Akbar («el Grande») han dejado un magnifico legado arquitectonico y cultural, como la ciudad fantasma de Fathepur Sikri o el Fuerte Rojo. Akbar pretendio en el lejano siglo XVI crear la «religion de la Luz», algo asi como una sintesis de las tres religiones mayoritarias en la region: hinduismo, cristianismo e islam, y en su obra se observa claramente que combina elementos de las tres doctrinas, asi como dedico gran parte de su tiempo a discusiones teologicas con los sabios de su epoca (no en vano, cada una de sus tres mujeres era devota de una religion diferente).

Fathepur Sikri
Para que sirve ese espejito tan mono sino para pegar la foto de la novia?

Pero no fue Akbar ni sus misticas inquietudes quien hizo famoso Agra, sino su nieto Shah Jahan, que tras perder a su segunda mujer al traer al mundo a su decimocuarto hijo, enfermo de amor, hizo levantar para su mausoleo la mayor obra en marmol de todos los tiempos: el Taj Mahal.

Y ya no pudo hacer mucho mas en su vida el pobre hombre, sus planes de expansion del imperio acabaron alli, la demente leyenda de su intencion de construir otro Taj en marmol negro exactamente identico al otro lado del rio Yamuna y otros cuantos descabellados planes tampoco trascendieron. Su hijo Aurangzeb lo encerro en el Fuerte Rojo y paso preso el resto de su vida observando la magnifica obra que habia mandado construir. (Y luego querran convencerme para que le haga una ofrenda al arbol de la fertilidad, lo llevan claro!)

Vista de Agra
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Postal de Calcuta

5 junio 2010

Amristar, frontera indio-pakistani (Punjab, India)

-dia 231-

Y llega con más de una semana de retraso… cómo está de mal el correo últimamente…

Calcuta (ahora Kolkata) es un estallido para todos los sentidos: secuestra la vista desde las afueras de la ciudad y la libera sólo cuando el tren se aleja de la estación de Howrah; los pitos del intenso tráfico se entremezclan con las risas de los niños que juegan en la calle y la música a todo volumen de los templos; el olfato es atacado constantemente y sin piedad, ya sea por los montones de basura o el aceite refrito de los puestos de comida callejera, por las aguas putrefactas o el frescor de los numerosos parques y jardines, cada esquina es un fuerte olor, todos distintos, luchando entre ellos por imponerse en el siguiente paso que uno da, todos formando parte de este todo… las protagonistas indiscutibles del gusto son evidentemente las especias, picantes a rabiar, pero también el coco, la papaya y todas las frutas tropicales que se venden en la calle, así como los deliciosos dulces tropicales de la cocina bengalí, siempre acompañados de un lassi o un té (de Darjeeling a poder ser). Y el tacto, pobre, en esta mala época nada puede sentir, nada más que el sudor constante del abrasador verano de Calcuta.

Pero esta ciudad tan sentida, de 15 millones de habitantes, no siempre ha sido así. Sus orígenes –según me contaron- se remontan a los tiempos en que Shiva, llevando a hombros el cadáver de su esposa Sati calcinada, iba destruyéndolo todo a su paso; Vishnu fue llamado para detener el caos, despedazó el cadáver de Sati en 51 pedacitos (debio suponer que asi se calmaria… psicologia india) y el dedo del pie fue a caer donde después se fundó la ciudad de Kalikata (lugar de la diosa Kali la terrible). Este pequeño pueblo de pescadores de Bengala estaba lejos de saber que unos pocos años (y unos cuantos palos también) después, se convertiría en la capital del área conquistada por la Compañía Británica de las Indias Orientales -que posteriormente se expandio al resto de India-, en la segunda mayor ciudad del Imperio tras Londres y en el principal puerto comercial en el Indico. Y además de más de tres siglos de un curso de racismo aplicado y la sumisión de un pueblo, la colonización británica dejó como legado una ciudad plagada de edificios coloniales, grandes parques y zonas verdes y una magnífica red ferroviaria (cuya burocracia extrema para poder acceder a ella y acabar con el billete deseado en la mano suele hacer acabarse la paciencia del más pachorrón, como el que esto escribe). Tras la alegría de la independencia del subcontinente en 1947 llegaron las atrocidades y los genocidios étnico-religiosos sucedidos durante la particion, “reubicando” a una gran parte de población hindu en una nueva y reducida India y a musulmanes en Pakistán, provocando 10 millones de desplazados y refugiados, medio millón de muertos, un conflicto de Cachemira todavía sin resolver y una violencia y odio todavia vigentes, siempre con la firme oposición e impotente observación de un importante movimiento gandiano. Y aún había más, como era previsible, 25 años más tarde Pakistán Oriental declaró su independencia y adoptó el nombre de Bangladesh, con más guerras, más muertes y más odio. Todos estos hechos que modificaron considerablemente la historia reciente de un pueblo, afectaron terriblemente, entre otros lugares, a la ciudad de Calcuta, que de un día para otro perdió toda su área rural, y se vio obligada a acoger a una oleada de varios millones de refugiados del vecino Bangladesh, otros tantos del empobrecido Estado de Bihar, y teniendo en cuenta la cantidad de desastres naturales que azotan Bengala Occidental (tifones, tsunamis, sequias, monzones devastadores…), cada agno los paisanos que habian quedado arruinados, emprendian con lo puesto, el camino hacia su capital, la ciudad de las oportunidades. Saliendo adelante pese a todas estas dificultades, y siendo punto de referencia cultural en India, dicen que Calcuta es la ciudad con mayor capacidad de adaptacion del mundo… y yo me lo creo.

Caaaaaaaambio de ordenador (continuo dos semanas mas tarde de haber escrito lo anterior, y ahora sin ortografia… a alguien le sobra un portatil???)

Mi descubrimiento de Calcuta empezaba por el Templo de Kali -centro del hinduismo en la ciudad-. Como todos los dias, una familia queria pedir perdon por sus pecados y reconciliarse con la terrible diosa, y yo alli, en medio de la multitud, viendo como bagnaban una cabra negra, la decoraban con flores, con perfumes, y una muchedumbre fuera de si llevaba a un animal temblando hasta los pies de la diosa, al estruendoso redoblar de los tambores; uno segundos deswpues una katana cortaba de un golpe seco el cuello de la bestia, la percusion se callo y la gente se avalanzaba enloquecida para tocar la sangre que brotaba del ahora sagrado animal y pintarse su tika, y pintarselo a sus hijos… Welcome to India! La visita al templo proseguia, descalzo, sobre un suelo llenisimo de mierda, me presentaba ante Kali y el resto del panteon hindu, y en seguida llevaba puesta una guirnalda de flores y unos brazaletes que tenia que ofertar a los dioses y al arbol de la fertilidad (y mira que gaste esfuerzos en decirle al brahman que yo con ese arbol, al menos por ahora, no queria tener nada que ver, que pa’ que presentarse… y ni por esas!). El show termino purificando mis pies en un estanque lleno de agua del Ganges (su color verde denotaba que ese agua debia estar alli almacenada desde que el Ganges es Ganges, y comprendi claramente su sobrenombre de «fuente de vida»; vida humana, unicelular y pluricelular luchaban a brazo partido por su racion de agua). Afuera, la locura: cientos de mujeres y nignas se lanzaban continuamente al suelo mientras los hombres les remojaban con agua sagrada, y de pie otra vez… asi continuamente hasta el Templo de Lakshmi -esposa de Vishnu, diosa de la prosperidad-.

En una esquina de la calle, junto al templo, en un discreto edificio destacaba un crucifijo en el tejado, en la fachada ponia «Nirmal Hriday», y era el local donde empezo su labor de dar muerte digna a los moribundos Teresa de Calcuta. Por mi parte, habria seguido a la masa enloquecida hasta el Templo de Lakshmi y hasta donde hiciera falta, era imposible no apartar los ojos de aquello; pero de repente se hizo de noche a las 12 del mediodia y un viento fuerte desalojo la calle: era Laila quien llegaba! El tifon del que hablaban los periodicos y cuya influencia nos regalaba cielos cubiertos y temperaturas agradables habia alcanzado, por fin, las tierras del Golfo de Bengala. Imposible hacer nada, en diez minutos Calcuta estaba inundada…

En Calcuta, mas que en ningun otro sitio, la calle es de la gente y en ella viven como de su propia casa se tratara (muchos en sentido literal): la gente camina descalza, semidesnuda, alli se trabaja, se corta el pelo y afeita, se cose y se escribe a maquina, se cocina todo tipo de comida, para consumo familiar y/o para vender… las fuentes son bagnos publicos y en cada cagno de agua hay gente lavandose; familias enteras acampan en las aceras con sus escasas pertenencias y cientos de personas yacen por los suelos importandole a la masa muy poco si duermen, estan enfermos o muertos.

Y como me fascinaban las calles de Calcuta, iba a todos los sitios caminando; eso fue la causa de que me perdiese innumerables veces, y en consecuencia, que visitase aproximadamente la mitad de los sitios que tenia pensado visitar, pero tambien de haber visitado muchos otros lugares que no salen en ningun mapa, lugares poco importantes para arquitectos o historiadores, donde la gente saluda sonriendo y los nignos corren dando la mano, donde pocas veces camina un guiri… Y entre todas esas experiencias, me resulta impactante recordar la vez en que los desquiciados y desorganizados caminos me llevaron a un puente bajo la autopista, un descampado aislado en el que ardian hogueras y familias cocinaban y malvivian bajo el techo de hormigon; en Buenos Aires, Milan o Zaragoza creo que nunca me habria atrevido a pasar solo por un sitio asi, pero Calcuta es diferente y lo sabia, y la gente me saludaba cordialmente cuando pasaba; es la idiosincrasia del pueblo indio fuertemente influenciada por su religion: la sociedad de castas, la vida que a cada uno le toca vivir, la ascension en la rueda de las reencarnaciones si se mejora el karma… algo incomprensible para nuestros ojos occidentales.

Y a estos mismos ojos lo que mas suele dolerles al llegar a este pais, y sobre todo a las grandes ciudades, es el violento contraste que pacificamente convive en sus calles: coches de ultima gama, taxis, bicicletas, rickshaws, carros, caballos y tana rickshaws (ultima ciudad del mundo donde subsiste esta forma de esclavitud) estan parados en el mismo semaforo, ultramodernos centros comerciales dan sombra a los que duermen bajo su porche, conocidos bancos y multinacionales anuncian en apetecibles carteles sus exclusivas publicidades accesibles solo para la elite, enfermos y tullidos viven a la espera fuera de toda lista de espera de los punteros hospitales a los que nunca podran entrar… esto es Calcuta y mucho mas, y creo que ni en una semana ni en una vida se la puede comprender, uno solo puede subirse a su frenetico tren de vida, impregnarse de su capacidad de adaptacion y supervivencia y dejarse llevar y sognar…

(si, eso es un tana rickshaw, ahi se sientan personas)
Jardin botanico
Aunque parezca mentira, entre estas dos fotos, apenas hay 200 metros de distancia
Mercado de las flores

Por mi parte, entre esto y lo otro tambien hubo bellisimos atardeceres a los pies del Victoria’s Memorial, exposiciones de arte contemporaneo, charradas con este y con el otro, que no entendian por que estaba viajando solo y tanto tiempo, conciertos al aire libre en sus magnificos parques y, por supuesto, la asistencia al ultimo estreno de Bollywood! donde me parecio que el espectaculo estaba mas presente en los anfiteatros del cine donde la gente aplaudia, gritaba, cantaba… al ritmo de la pelicula, que en la pelicula en si.

El tiempo se me acababa… habria podido quedarme mucho mas, pero mi tiempo en India es limitado y unos amigos me esperaban en Varanasi. Asi que, de nuevo en medio de otra tormenta tropical fui para la estacion… via 14, vagon numero 4, asiento 53. Adios Calcuta!

Pensabais que todo acababa aqui?? Yo tambien! En la estacion me comunicaron que debido al tifon, mi tren saldria con unas 18 horas de retraso… vale, no queria volver hasta el centro y la estacion de Howrah, la mas grande de Asia, me cautivaba con su ir y venir de masas, queria quedarme en el barrio. Pregunte a un amigo que me «habia adoptado» en el bus viniendo para la estacion y que no dejaba de invitarme a dulces y zumos de fruta donde podria dormir barato en el barrio, este a su vez le pregunto a un grupo de vagabundos, y acto seguido caminabamos los tres (vagabundo, adoptador y adoptado) hacia yo no sabia donde… El lugar en cuestion resulto ser un albergue para sikhs (ya sabeis, los del turbante, barba y espada) que por lo visto tienen una red de alojamiento por todo el pais. Me miraron raro al principio pero me aceptaron, yo tambien me decidi por el si, podria ser interesante; y cinco minutos despues mi mochilon compartia alfombra con otros 80 sikhs viajeros. Un cartel gigante anunciaba que estaban prohibidas actividades como jugar a las cartas (con Enrique tan lejos no sabria como, y ninguno tenia pinta de dominar el guignote), afeitarse de cualquier manera (ningun problema!) y durante la inscripcion tuve que vergonzosamente responder un si! rotundo a la pregunta de si era vegetariano (quiero aprovechar para pedir perdon a todos mis amigos de pancetadas, a los bocadillos de lomo con pimientos y a mis compagneros de alfombra). Sobra decir que fui el espectaculo aquella noche, todas las miradas estaban puestas en el que no llevaba turbante (aunque la barba podria colar) y en cuanto me sente a charlar con uno, en seguida se monto el corrillo del after-hour en un rincon de la alfombra. Un altavoz recitaba los textos del libro sagrado de los sikhs, la musica de la boda de enfrente se oyo durante toda la noche y las vacas eran entonces las duegnas indiscutibles de la calle.

Mi habitacion, foto discretita, que no se note...

Si, Calcuta quiso despedirse a lo grande, gracias!!

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Nepal, mon amour!

5 junio 2010

Al sur de Margaret River, Western Australia

-día 535-

Un año después, y Nepal, todos los nepales que conocí, continuan muy presentes en mi memoria:

La ciudad de Kathmandu, caótico laberinto de calles, templos, flores, vacas, gente, ruido, humo, miseria, alegrías y sonrisas… Los pueblos de la montaña, pacíficos, fríos y duros lugares que dramáticamente mueren con cada atardecer, pero que recuperan toda su vitalidad con las primeras luces del alba. La planicie del Terai, a no más de 200 kilómetros al sur, pero a interminables horas de carretera en destartalados autobuses que traquetean al ritmo de los últimos hits de Bollywood, donde el Himalaya deja paso a la selva, y el calor asfixiante contrasta con las gélidas temperaturas de las montañas que, orgullosas y altivas, aún se avistan a lomos de elefante.

De 07 Nepal

El país que en plena era colonial se autoproclamó el “último reducto hindú” sobre la Tierra es el mismo que dio nacimiento al Buddha en el siglo VI aC; y esa miscelánea mística que mezcla Maitreyas, Garudas, saddhus y chörtens para confundir al viajero, es palpable a lo largo y ancho de la pequeña nación.

De 07 Nepal

Cuando el sol se pone sobre Nepal, los gompas de las montañas terminan de recitar sus últimos mantras, los turistas del templo de Pashupatinath observan maravillados la pooja vespertina; Kumari, la diosa viviente medita encerrada en su palacio; y más al sur, en el Terai, las ancianas tharu realizan sus ancestrales ceremonias. Obviando a los turistas, todo sigue como siempre sucedió.

De 07 Nepal

Pero siempre, siempre, no fue así. Era ésta una tierra de pequeños reinos, de distintas etnias, hijos de las altas cumbres, de los valles o de la selva, hasta que un guerrero unificó el país a base de cortar nariz y orejas a todo aquel que se opusiera. Nepal había formado sus fronteras, fronteras que a partir de ese momento ningún otro ejército conquistó, sí, ni siquiera la todopoderosa Corona Británica, ¿no puedes con tu enemigo? ¡Únete a él! -se dijeron Su Majestad y sus secuaces-, y a partir de ese momento los guerreros gurkhas fueron conocidos en el mundo entero, desde la India a las Malvinas, por su coraje y agresividad. Nunca fue colonizado, cierto, pero Nepal tenía la lucha dentro; la causa maoísta había puesto en jaque a los ejércitos reales, y una salvaje guerra civil estalló, escribiendo el final del siglo XX en esta parte del mundo con la sangre del pueblo nepalí. Y al final de la historia, ganaron, democráticamente, expulsando a las puertas del siglo XXI a una monarquía feudalista y autoritaria, o mejor dicho, a lo que quedaba de ella, ya que los dos únicos supervivientes todavía son considerados acusados o cómplices del asesinato masivo de toda una familia real, a manos de un príncipe armado y bajo efecto de las drogas.

De 07 Nepal

El panorama actual es complejo, con una sociedad polarizada y las huelgas como norma general, el país vive en constante estado de alerta y está lejos de alcanzar algo similar a la estabilidad política; la economía, aún peor: un 80% de su población malviven con menos de 2 $ por día, el país ocupa el puesto 152 del Índice de Desarrollo Humano de la ONU situándose a la cola de los países asiáticos; y un gran porcentaje de su población, obligada a emigrar por falta de recursos. Y en lo social… con un índice de más de 100 “Namaste”/ día, una hospitalidad y capacidad de conversación muy por encima de los valores normales, y una de las sonrisas más bonitas y tiernas de Asia, Nepal todavía encabeza mi ranking de países de los que me he enamorado y que tengo que volver a visitar, una y mil veces.

De 07 Nepal

 

Será una entrada larga, pero me gustaría añadir algunas notas tomadas en mi cuaderno durante aquellos días, y que han viajado todo el camino hasta estos viñedos australianos; las fotos también cuentan, gráfica y cronológicamente, mis dos meses en Nepal:

La diosa-niña Kumari

De 07 Nepal

 

Kathmandu, 22 de marzo de 2010

“Ayer, que tan lejano me parece hoy, fue el día más intenso y completo del viaje, casi de mi vida. Fue una noche tan fría como especial, a los pies de la montaña más alta de la Tierra, bajo uno de los cielos más limpios y estrellados que haya visto jamás, y no dormí bien, consecuencia probable de acampar en un monasterio a 5.100 metros de altitud, pero también de la situación. Daba igual, ¡tenía que levantarme en seguida, iba a poner mis pies en la misma base del Qomolangma (Everest)! Yum -la guía obligatoria que el Gobierno Chino nos puso- intentaba convencerme para que fuera sentado en el vehículo hasta el Campo Base, pero aquí ya no estaba dispuesto a bajarme del burro, ya no más, nos había dirigido suficiente durante la última semana pero aquí no habría negociación, a mitad del trayecto me bajé y continué a pie, y conmigo también Tango, Rieko y Alexandra, a quienes los áridos y helados paisajes también les habían enamorado. Estaba preparado para un momento que pretendía recordar durante el resto de mi vida: ¡caminar por el Himalaya y llegar a pie al Everest! Era algo con lo que había fantaseado desde crío, sin pretender nunca en serio llevarlo a la realidad… (he aquí un hecho más para creer que los sueños, a veces, se sueñan para cumplirse). Hacía muchísimo frío y el viento cortaba mi cara, me separé del resto, ese momento quería disfrutarlo sólo, y sólo subí por el camino a los pies de los glaciares que me rodeaban, esforzándome por respirar con normalidad, cantando mentalmente, deleitándome con aquél extraordinario paisaje que tenía la gran suerte de disfrutar. Y al traspasar un collado, allí apareció, gigante, solitario, imponente y claro como nunca lo habría imaginado, con la cumbre iluminada y sin una nube en el cielo… seguí ascendiendo, despacito, disfrutando, hasta el Campo Base. El viento soplaba fuerte a los pies del Qomolangma, e impedía permanecer durante todo el tiempo que habría querido, guarecido como podía, aún pude tomar unas fotos y fantasear durante unos minutos… ¿pisaría algún día aquella cima soleada?

Qomolangma en tibetano, Sagarmatha en nepalí, Everest en occidente

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De vuelta al monasterio, y tras un reconfortante desayuno junto a la estufa, tomamos la ruta de Nepal. Todavía quedaban por delante muchos kilómetros, atravesando hostiles valles de hielo y piedras, con blancas gigantes cerrando el horizonte. Subiendo y bajando puertos, sin quitar ojo del horizonte, recorrimos la sarcásticamente llamada “Carretera de la Amistad”, y en el último de ellos, de nuevo por encima de los cincomil, una increíble panorámica de montañas me rodeaba y formaba la más hermosa de todas las fronteras; me volví a ensimismar, de pie, tras las ruedas de oración, banderas y bufandas que estaban fervientemente depositadas en lo alto del puerto, cambiando de opinión, no tuve más remedio que colgar la mía también, como prueba de mi agradecimiento a tan magnífico lugar.

Frontera tibeto-nepalí

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El coche se encarriló a gran velocidad en la estrecha gargante por la que nos encañonábamos, casi con vértigo, el verde de los bosques y los prados volvía a nuestra vista tras muchas semanas de marrón y blanco, y al fondo del barranco, sobre el río, se vislumbraba el Friendship Bridge, al otro lado, un militar nepalí nos avisó que acababa de morir el Primer Ministro de manera extraña, nos habló de revueltas en Kathmandu y de la guerrilla, y nos ofrecía su ayuda como escolta en nuestra entrada al país. Afortunadamente no tuvimos que buscar excusas para rechazar ayudas no deseadas, una horda de mujeres con saris de colores y tikkas pintados en su frente, forzaron la barrera y entraron en masa camino del Tíbet, ridiculizando los esfuerzos de nuestro amigo por mantenerla cerrada. Estaba en Nepal.

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Era totalmente surrealista, pero sólo había cruzado un puente y parecía que salía de un aeropuerto, todo era distinto “al otro lado”, no más gruesos trajes tibetanos, no más chörten ni bufandas, no más koras ni más mantras; el alfabeto era distinto, y las caras diferentes, el asfalto se acababa de evaporar, y el orden impuesto por los chinos daba paseo al caos, agradable y relajado caos. Seguimos descendiendo la carretera que nos llevaría hasta la capital, entre verdes montañas, serían 4.000 metros de desnivel en total; una agradable brisa tropical me obligó a sacarme las mallas de debajo de los pantalones, saris de todos los colores, plataneras, música india, calles llenas de gente, una agitada vida nocturna… me zambulleron directamente en el Índico, océano en el que nadaré durante los próximos meses.

Tango, Rieko, Alexandra y yo. Bienvenidos a Kathmandu

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Nagarkot, Valle de Kathmandu, 27 de marzo de 2010

Como viene siendo habitual, mucho que contar y poco tiempo para hacerlo (y a veces, ganas), en esta intensa semana nepalí. Resumiendo y priorizando, debo escribir algo que me parece tan absurdo como real: que por mi experiencia de estos últimos días, los nepalís me parecen las personas más amables y entrañables que he encontrado nunca; me fascina y me parece todo un ejemplo a seguir el hecho de que pese a todos sus evidentes problemas, nunca pierdan la sonrisa ni el sentido del humor, y en más de una ocasión, he sentido escalofríos causados por el agradable momento que estaba viviendo… ¿casualidad de que tantos buenos encuentros se hayan producido en Kathmandu con mucha mayor frecuencia que Beijing o Moscú?

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Puede ser, pero es que todavía me causa más incomprensión el hecho de que “mis estudios” estén basados en la tremendamente turística y sufriente Kathmandu; porque sí, para viajeros y turistas, esta ciudad es un parque de atracciones, un paraíso (y por supuesto me incluyo a mí también, viniendo del estricto aislamiento chino), aquí uno encuentra cualquier cosa que se proponga, casi todos los locales conocen inglés, además de chapurrear algo de francés, español, alemán…

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Con Ro, Tango y Juancho

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Y en el pequeño barrio de Thamel todo esto se multiplica, allí abundan tanto los extranjeros como los autóctonos, los comercios están hechos al corte y medida del turista hippye venido de cualquier rincón del mundo, que aprovecha sus vacaciones en Nepal para comprar su ropa alternativa, sus libros nuevos o de segunda mano, sus artesanías, y todo aquello que está prohibido en el vecino Tíbet.

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Pero por la noche Thamel se cambia la cara, los turistas se van a dormir cuando acaba la música en vivo y cierran los bares; y por la calle sólo quedan unas cuantas motos, conductores de rickshaw pluriempleados como camellos ambulantes y decenas de niños aparecidos de la nada y condenados a la nada, esnifando disolvente por los portales, disfrutando sólos o en grupo de su única risa del día […].

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Desde el techo de un autobús…

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14 de abril de 2010  -día 14 del Circuito de los Annapurnas-

 

Tilicho Base Camp (4.150m) – Tilicho Lake (4.950 m) – Kansgsar (3.800 m). 8 horas

Día muy completo, tras la noche más fría y más dura de estos últimos 14 días de recorrido. Sorprendentemente el dolor del pecho se pasó y mi rodilla izquierda me concedió una tregua para poder ascender, primero muy poquito a poco, y luego más a gusto y disfrutando los últimos 800 metros de desnivel que nos separaban del lago. El camino ascendía con suavidad hasta un primer collado, y después bruscamente en zigzag, con excelentes vistas del valle y del nacimiento de la Margsyandi, río que llevo siguiendo desde el primer día en Besi Sahar. A partir del segundo collado entramos en el valle de nieves perpetuas, ¡por fin caminaba sobre el tipo de Himalayas que llevaba tanto tiempo esperando! En este gélido y soleado día (el tiempo se está portando mejor con nosotros hoy que con el resto de montañeros que intentaron el Tilicho en los días anteriores) las altas cumbres de todos los sietemiles de alrededor se elevan poderosas sobre nosotros.

A las 11 de la mañana, cuatro horas después de abandonar el Campo Base, Dani y yo coronábamos el Tilicho Tal, el lago más alto del mundo, mientras otros compañeros tuvieron que darse media vuelta sin haberlo podido conseguir. Contemplamos durante todo el tiempo que pudimos aquella llanura helada enclavada entre montañas, pero el sol apretaba demasiado y comenzaba a hacerse tarde, había que descender. Ya por la tarde, en la caseta junto al Campo Base, volvimos a coincidir junto a un té y un dhal bat con ese peculiar montañero noruego con tantos años de experiencia en este país y pudimos discutir sobre varios interesantes temas: otras rutas interesantes, turismo sostenible en Nepal, como afecta el turismo de montaña al frágil ecosistema de los Annapurnas… tanto se alargó la conversación que llegamos al albergue de cerca de Kansgar bien entrada la noche, sólo les quedaba una húmeda y polvorienta habitación, totalmente inhabitable para dormir; por suerte, Jean Charles, el quebequés con el que habíamos coincidido en el ascenso de la mañana nos invitó a compartir su cuarto, ¡menos mal! Después se nos unieron Enrique el mexicano, Colin, de los USA y Eric, un italiano. La cena fue más que interesante, cinco trotamundos que viajábamos sin rumbo fijo ni límite de fechas, me dieron algunas instrucciones sobre el barco-stop, interesantes direcciones para India, y compartimos onitas experiencias viajeras. Terminó la jornada a horas intempestivas, cerrándola con una hipotética quedada dentro de un tiempo, en Montréal.

Hoy he visto uno de los más bonitos paisajes de montaña de todo el circuito, ¡cuánto me gustaría poder recordarlo más adelante y evocarlo cuando yo quisiera con una nitidez similar a cómo lo recuerdo ahora!

(Texto extraído al azar de mi cuaderno de viaje, circuito de los Annapurnas)

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Tilicho Lake

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Sauraha, Chitwan National Park, 25 de abril de 2010

(escribiendo desde mi habitación alumbrado únicamente con mi frontal, parece que los cortes programados de electricidad son algo habitual por todo el país). Estos tres últimos días en Pokhara no me han aportado mucho más que un merecido descanso tras un mes vagando entre montañas y un buen aporte calórico distinto al arroz con lentejas. Por lo demás, turistas, fiesta, y poco que rascar. Pero este país no deja de sorprenderme, y tras haber pasado estas últimas semanas congelado entre montañas; hoy, al bajar del autobús, el aire ardía, la tierra era plana y la vegetación exuberante, y la gente se abarrotaba a mi lado gritando y contribuyendo muy activamente a un agradable caos. Estaba en el Parque de Chitwan, en la región independentista del Terai.

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Aunque el calor era insoportable, decidí salir a explorar la zona, las cabañas de adobe y paja, el paisaje e incluso la ropa de la gente me trasladaban irremediablemente lejos, muy lejos de Asia: a Senegal. Oigo un grito, y al darme la vuelta veo a un hombre montado un elefante que me hace señas para que me aparte de su camino, me froto los ojos, ¿estoy soñando? Pero el paseo me demuestra que

aunque esto parezca otro país, la gente sigue siendo igual de encantadora; abuelas tharu con sus piercings en la nariz y piernas tatuadas me lanzan sus “namaste” con la misma sonrisa y alegría que los tibetanos abrigados con pieles de yak de la montaña (…) Hay un grupo de gente bajo un árbol, levanto la vista y veo una serpiente de casi dos metros de longitud enroscada sobre una rama: -”rat snake, my friend – me dice un espontáneo- don’t worry, no poisonous, it’s the favourite cobra’s food” (no te preocupes, no es venenosa, es la comida favorita de las cobras). Gracias, muy tranquilizante. En ese mismo momento, la agitada multitud, me informa de que una de las vecinas que había salido al bosque a recoger leña había sido devorada por un tigre, las huellas del felino seguían impresas en el camino al pueblo.

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Es la puesta de sol sobre el río, y los pescadores pasan con sus canoas, el tiempo se detiene… pero de repente, otro hombre a lomos de elefante pasa por mi lado y penetra en las aguas, me ofrece ayudarle a lavarlo… ¿yo? ¿en serio? Me faltó tiempo para entrar corriendo al río y empezar a frotar al paquidermo. El sol se va poniendo grande y rojo, aparecen dos camellos al otro lado del río, pero ya no me sorprendo de nada, todo es muy surrealista.

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Al día siguiente…

(…) esa mañana salí antes que el sol, decidido a internarme en la selva que rodea al pueblo de Sauraha, por mi camino se cruzó un pavo real muy madrugador, pero en realidad estábamos siguiendo la pista de los rinocerontes… los encontramos. Aún dormían, Aarón -el forestal del parque- y yo nos subimos a un árbol y allí estaban: dos adultos y una cría, parecía que dormían, pero en cuanto nos sintieron, salieron en estampida.

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Internándonos en la selva bajo un sol abrasador, se iban sucediendo los animales: gacelas, ciervos, facoceros, insectos de todo tipo, un cocodrilo, monos grises, búfalos salvajes… tuvimos suerte esa mañana.

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Pero no por la tarde, había que correr, la tormenta estaba detrás de nosotros y no era buena idea quedarse aislado en la selva. Los elefantes corrían también a nuestro alrededor.

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Magengoth, Helambu, 7 de mayo de 2010

Es mi tercer día de trekking en Helambu, camino de los lagos de Gosaikund, y quizás, del perdido valle del Lantang. Nunca pude salir de Nepal, estoy preso en esta hermosa cárcel.

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Kathmandu está tomado por los maoístas y su llamamiento a la huelga indefinida, todo está cerrado, y la comida escasea, nunca concebí peligro en continuar allí, pero nadie sabe cómo va a evolucionar la situación. Todos los cuerpos diplomáticos están abandonando el país. Yo lo intenté también, en su momento, pero los vuelos son demasiado caros y sigo con la idea romántica de realizar mi viaje sólo por tierra y mar.

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Quiso la suerte que volviese a encontrar, de nuevo en la Embajada de India, a Ro, Juancho y Javi, mi buena amiga de Senegal que encontré totalmente por casualidad en las calles de Kathmandu, y con ellos establecimos los planes de huida de un país en crisis: descartado el vuelo, y con todos los transportes terrestres inutilizados, caminar era la única solución aparente, ¡así lo haríamos! Extenderíamos el visado y caminaríamos atravesando el ardiente Terai hasta Bheirawa, en la frontera cercana al estado indio de Uttar Pradesh, abandonaríamos Kathmandu al día siguiente a primera hora… en última instancia decidimos cambiar de opinión, la razón nos sugirió que era mejor caminar durante semanas entre preciosos valles de montaña y poblados sherpa de los valles de Helambu y Lantang, que hacerlo con 20 kg a la espalda y 45ºC a través de las llanuras del sur. Nuestra baza era que en unas semanas, la huelga habría finalizado y podría salir de Nepal por la frontera de Kakarbhitta, camino de Darjeeling, como era mi intención.

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Puesto que todo estaba cerrado y no había transporte, salimos andando desde Thamel, paramos en Buddha y nos maravillamos ante la gran Stupa, lugar de peregrinación entre los exiliados tibetanos en Nepal; y continuamos carretera adelante camino de Sundarijal, con la energía que nos proporcionó un gran cuenco de samosas (…)

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Cada día ascendíamos entre mil y dos mil metros de altitud y descendíamos otro tanto, atravesando los valles que bajaban perpendicularmente del Himalaya, entre bosques, niebla, risas y nutritivas conversaciones fueron pasando los días, dirección norte. Al tercer día, Juancho, que tenía prisa por cruzar cuanto antes la frontera India, nos anunció su partida, intentaría cruzar por su cuenta, como fuera posible… ¡suerte, Juancho! Espero sinceramente que disfrute la experiencia, y encontrarle en un futuro en algún lugar de India, porque, aunque breve, ha sido uno de los mejores encuentros de todo el viaje. Seguimos trepando por un bosque de rodoendros, que la niebla y la oscuridad daban un ambiente de irrealidad o sueño, el frío vuelve a arreciar, y las condiciones hacen que muy a menudo perdamos el camino y nuestra orientación; pero cuando levantan las nubes, este regalo de montañas con el que ya no contaba, merece la pena todos los esfuerzos soportados. (…)

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Días después, a casi 4.000 metros de altitud, un pastor nos anunció que había oído por la radio que la huelga había terminado, los maoístas habían fracasado en su intento de derrocar al Primer Ministro, la ONU ejercía presión para que desconvocaran la huelga, y los que menos tienen, sus más fieles seguidores, estaban sufriendo como nadie las consecuencias del parón… Bueno, tras discutirlo, lo decidimos, acabaríamos la ruta, ahora la montaña nos llamaba con todo su poder.

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Siliguri (West Bengal, India), 17 de mayo de 2010

(…) Un pequeño puente entre los arrozales marca la frontera entre Nepal e India, y desde que crucé ese riachuelo no he tenido demasiada suerte: un pájaro se me cagó abundantemente en la cabeza en el mismo puente, me estafaron un puñado de rupias con el cambio en el bus a Siliguri, me he quedado atrapado en esta ciudad de paso a causa de una nueva huelga por la independencia de Gorkhaland, y este primer thali de esta mañana me está ocasionando no pocos problemas digestivos…. ¡pero qué importa, estoy en India! ¿quíén iba a decirlo? Yo, que pensaba posponer este destino para mucho más adelante… ¿Cómo será este primer viaje al subcontinente? ¿Me enamorará India como me enamoró Nepal? Estoy preparado para quererla, pero sólo el tiempo lo dirá…

 

Frontera indio-nepalí

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