Presentación

Viajar, recorrer exóticos lugares, conocer a mucha y muy diversa gente, integrarse y vivir en diferentes culturas… es todo un privilegio por desgracia solo disponible para muchas menos personas de las que sería deseable. No solo por motivos económicos, naturalmente, sino por todas las barreras que tenemos (o nos solemos crear) posponiendo la hora de la partida.
Cada viaje es diferente: unos son por placer, y otros muchos por necesidad; los hay que buscan respuestas y aventuras, riqueza o únicamente una vida más digna, pero todos tienen en común el aprendizaje constante al que solo nuestra imaginación puede poner barreras, el legado que vamos dejando sobre nuestras huellas, y el camino sin retorno hacia la búsqueda de uno mismo.
Sin embargo, también el viajero carga en la mochila una gran responsabilidad: responsabilidad de poner en contacto nuestros mundos sedentario y nómada para una causa que cada uno consideramos justa y digna, de crear lazos entre personas y asociaciones que luchan juntos sin saberlo por esas causas en todas las orillas de un mismo mar o, no menos importante, la de despertar en otras personas la curiosidad productiva de saber qué se cuece en otras partes del mundo plantando cara, en ocasiones, a ciertos prejuicios y estereotipos que habitan en lo más profundo de nosotros.
En definitiva, el viaje es todo lo que uno pretende que sea, y para algunos es toda una forma de vida; con el firme propósito de conocer, y de enlazar mundos…

Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte.
Que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y la mente.
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensible y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros.
Que quien siembra muros no recoge nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que sería mucho mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve.(Mario Benedetti)