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Imagina…

4 febrero 2013

… que cierras los ojos,  agarras una bola del mundo y comienzas a darle vueltas y más vueltas hasta que en un momento casual, o causal, apoyas con firmeza tu dedo índice sobre un punto en concreto del globo. Imagina que de repente te desplazas hasta ese país, que empiezas a  conocer  gente, que al poco tiempo comienzas a diferenciar su gastronomía, a impregnarte de su cultura, a chapurrear su lengua, a hacer amigos, a crear y a compartir…  que pasas unos meses increíbles e inesperados y que al cruzar de nuevo sus fronteras, te vas con un recuerdo imborrable en el corazón y habiendo dejado huella en tus círculos más próximos…

Esa fantasía que podría ocurrirnos en cualquier país del mundo,  se me aparecía cada vez que me enfrentaba a un mapa, a la pantalla de salidas de una terminal internacional, o a un buen libro de viajes; soñaba un día con hacerla realidad, ¡tenía que haber una manera de intentar reproducirla! Y no era sólo la fantasía, era una mera cuestión de coherencia: desde siempre pensé, y en el anterior viaje de 3 años alrededor del globo confirmé, que cualquier país sobre la Tierra tenía un infinito potencial  que ofrecer si estábamos dispuestos a abrirnos adecuadamente, que cualquier cultura era digna de ser vivida, y sobre todo, que en cualquier país había personas que estaban esperando ser conocidas. Ahora bien, ¿por qué casi siempre viajamos a los mismos lugares? ¿Por qué en estos años ya no suena raro que la gente se vaya de vacaciones a Tailandia o a Egipto, pero raramente oímos a alguien que vaya a la República Centroafricana o a Kazajstán?

Evidentemente, está la cuestión económica, la oferta de vuelos a Bangkok o a El Cairo es significativamente mayor que a Bangui o Astana, de acuerdo, pero ahora bien, imaginemos que la oferta fuera similar en todo el mundo, ¿quién elegiría ir a Bangui o a Port Moresby? ¿quién,  con sólo uno o dos meses de vacaciones,  optaría por Teherán, Luanda o Bogotá? ¿Acaso no hay gente en Irán, Angola o Colombia que merezca la pena ser conocida? ¿Cual es el verdadero problema entonces?

A nivel personal, me pareció que estaba demasiado condicionado por mis preferencias personales como para elegir «libremente» mi destino, demasiado influenciado por años leyendo libros, atlas y blogs de viajes como para que la decisión  fuese tan arbitraria como a mí me gustaría. Porque si estaba tan convencido de que cualquier país podía resultar una experiencia tan gratificante y que la diferencia principal radicaba en nosotros mismos y en cómo viviéramos cada día de viaje… ¿cómo darle la oportunidad a los países más desfavorecidos en la «lista de candidatos»?

En eso pensaba algunas frías noches de invierno, rodeado por pilas de apuntes, en la casa del Pirineo donde pasé los últimos meses preparando el examen MIR, el 2 de febrero era el examen, a partir de entonces tenía 2 meses libres y muchas ganas de regresar a los caminos, podía ser un momento tan propicio como cualquier otro para poner en práctica todos estos pensamientos.

Todo se desarrolló de una manera muy rápida y fluida, hablando un día con uno de mis amigos más locos, la conversación surgió espontánea, le dije que lo que me apetecía probar esta vez era tener un billete de avión elegido por alguien al azar y desconocer el destino hasta que llegara al aeropuerto, a los pocos días me llamó:  «- ¿todavía te interesa esa idea? he encontrado una oferta».

Le dije que sí.

Mi vuelo es en tres días, paradero desconocido…

 

 

mundo

 

 

4 comentarios

  1. ¡Eres un grande!

    Convencido estoy de que en Socotra, Cabinda, las Kerguelen o el archipiélago Sulú, seguirás encontrando esa magia que viste en todos los caminos anteriores.

    Yo también creo que la belleza está en quien mira, y no tanto en lo que se ve.

    Brindo porque esta nueva escapada te siga llenando de madurez y enseñanzas.

    Un abrazo fuerte, Viajero (sí, con mayúsculas).


    • Gracias, Antonio!
      Y sí, quién mejor que tú para saber que cualquier lugar de la Tierra tiene tanto y tanto que ofrecer a quien allí se presenta con humildad y abierto a todo lo que venga…
      Por ahora el viaje está cumpliendo las nulas expectativas marcadas, y llenando mi pequeña bolsa de muchas más experiencias y aprendizajes que cualquier otra aventura que pueda recordar… ¿serán las ganas con las que lo cogí tras estos meses de «reclusión» bibliotecaria? no lo sé, pero dios! qué ganas tenía de volver a esto…


  2. Una idea bestial, Adrián … que envidia, coño !

    Puede haber lugares teoricamente «más bonitos» o «más espectaculares», pero como bien dice Antonio, la belleza está en quien mira …

    disfrutalo mucho


    • Gracias, Fernando!
      Pues sí, y el riesgo bien mereció la pena, porque al final la sorpresa resultó ser Brasil… pero creo que cualquier otro lugar del planeta habría podido resultar igual de increíble… un abrazo



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