Archive for diciembre 2011

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Vuelvo al sur

30 diciembre 2011

Los Angeles, CA, USA

-día 802-

Vuelvo a intentar contar mi historia, en pedacitos, cuando se puede, pues está visto que es la única manera en que soy capaz de hacerlo. Varias son las entradas que se quedaron únicamente en el plano mental, en ese baúl infinito donde se apilan los proyectos inacabados.

De 23 Canada

Hablaban de todo un poco: del movimiento Occupy Vancouver, de las escapadas invernales por British Columbia, de experimentar en primera persona las condiciones laborales de un trabajo precario, de las emociones vividas en Vancouver que soy capaz de recoger y plasmar… Pero llegan tarde:

De 23 Canada

El Occupy Vancouver fue finalmente desmantelado por la policía tras mes y medio de acampada pacífica, donde productivas iniciativas y actividades se llevaron a cabo en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, instigadas por el amor y el deseo de un mundo más justo.

De 23 Canada

Para ese entonces los medios de comunicación ya habían conseguido poner a gran parte de la población en su contra y poco se pudo hacer para evitar el desalojo, que se llevó consigo además de las tiendas, un comedor social, una biblioteca libertaria, un centro de préstamo de material de invierno, una caseta de primeros auxilios, música en directo, salón de té, asambleas diarias, proyección de vídeos… y los sueños de mucha gente que durante unas semanas lo dejaron todo por ser el cambio que querían ver en la Tierra. Al menos, las ideas, son más difíciles de desalojar.

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Ahora luce en la misma plaza un brillante árbol de navidad.

Joffrey Lakes, BCDe 23 Canada

La esclavitud al servicio de una jornada laboral apenas me permitió recorrer una parte del mundo merecedora de dedicarle tiempo y esfuerzo, y el precoz invierno de estas latitudes no invitaba a ello. A pesar de ello, varias fueron las pequeñas escapadas a los maravillosos bosques, montañas, islas y lagos alrededor de Vancouver, anticipo de lo que vendría después…

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Canadá, un lugar donde los humanos aún están en fase fetal en su intento de someter a la naturaleza, donde entre los escasos y dispersos refugios de asfalto, hormigón y ondas electromagnéticas aún se extiende una vasta extensión de coníferas y hielo, inabarcable con vehículos y con la imaginación, una tierra donde los que ahora llaman “First Nations” convivieron pacífica y respetuosamente con el entorno durante milenios. A principios del siglo XXI, los remanentes de esa cultura casi aniquilada continuaban luchando por sus derechos en el ‘Occupy Vancouver’.

De 23 Canada
De 23 Canada

El trabajo en el restaurante de comida rápida… qué decir. No ha sido la experiencia más gratificante del viaje, desde luego, pero ha sido una experiencia, y como tal, un aprendizaje. A nivel práctico me ha permitido sobrevivir económicamente en Vancouver y disfrutar y conocer una de las ciudades más innovadoras y cosmopolitas que hasta ahora había visitado; y a un nivel más personal he conocido de primera mano y sufrido las condiciones de trabajo de un sector nada desdeñable de la sociedad: la avaricia de los empresarios, las estrategias de control sobre los trabajadores, la rutina y apatía del día a día, la falta de derechos y la precariedad laboral, el “trepismo” de ciertos compañeros por arañar un puesto algo menos denigrante, la solidaridad entre todos los demás y el apoyo mutuo… son lecciones que creo que no se integran en uno mismo hasta que no se sienten en primera persona, y me alegro de haberlas vivido, aunque no siempre haya sido fácil.

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Siempre fui consciente del gran privilegio que suponía saber que era una vivencia con fecha de caducidad, y podía ponérsela cuando quisiera… podría haberlo echo mucho antes, ganas nunca me faltaron, pero el estrecho círculo de amistades que me había creado en Vancouver y la ciudad en sí bien merecían el esfuerzo. Y así pasaron los meses…

Mi casa…De 23 Canada

Cuando iba camino del cuarto mes en la ciudad, el ansia del viaje pudo con cualquier otro sentimiento y en tan sólo una semana, puse fin a la realidad que poquito a poco y con cariño había construido en la que está catalogada como una de las ciudades más habitables del planeta.

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El lunes fue otro día rutinario de trabajo, el martes presenté la dimisión ante la sorpresa de los jefes y de muchos compañeros, el miércoles celebré una cena con motivo del abandono del trabajo- cumpleaños-despedida, y el jueves estaba ya viajando por Vancouver Island, la mayor isla de Norteamérica, del que apenas pude conocer superficialmente la parte sur.

Hugs for my birthday!De 23 Canada
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Su ciudad principal, Victoria, es todavía la capital del Estado, y un remanente de la conquista británica, como fácilmente se puede observar paseando sus calles. Allí nos alojaron Yogev y Be, una pareja israeli-canadiense, con la que compartimos risas y experiencias viajeras, una visita a los rincones más perdidos de la isla, y lo mejor de todo, su deliciosa cocina vegana. No había tiempo para más, esa misma noche recibiría en Vancouver la esperada visita de Enrique.

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Este viejo amigo me había sorprendido una semana antes proponiéndome su improvisada visita, no podía ser más oportuno, pues tras dejar el trabajo las ganas de volver a preparar un viaje a la antigua usanza me podían. Yolo se uniría también, y ya que su pasaporte mexicano no era bienvenido en los Estados Unidos nos lo ponía verdaderamente fácil a la hora de elegir la ruta, mi buena amiga María tuvo a bien prestarnos su coche para facilitarnos la aventura, y Sebastian, un joven alemán compañero de trabajo se apuntó en el último momento… ¡invierno, allá vamos!

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Deporte mañaneroDe 23 Canada

Más que improvisado, el viaje fue directamente no planificado. Teníamos el boceto mental de llegar a las Montañas Rocosas en pequeñas etapas, pese a las varias decenas de grados negativos que anunciaban las previsiones; teníamos ganas, ilusión, irresponsabilidad, sacos de dormir y tiendas de campaña. Lo teníamos todo, menos neumáticos de invierno. Esa primera noche, bajo la impresionante nevada que nos atrapó al empezar a ascender la Coquihalla Highway, nos tocó estrenar las tiendas y acampar sobre y bajo la nieve en una de las salidas de la autopista. Puede parecer frío, y probablemente lo fuera, pero la sensación de libertad y felicidad ante la adaptación a las dificultades vence a todo lo demás (al menos así nos pareció a algunos de nosotros).

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Cualquier sitio es bueno para un guiñoteDe 23 Canada
¡Buenos días, mundo!De 23 Canada
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Al día siguiente llegamos a nuestro primer destino: Kelowna, parando por a almorzar en un lago y aprendiendo la sofisticada técnica de la pesca en el hielo por verdaderos profesionales. En Kelowna, tras la obligatoria cata de vinos tan tradicional en el Okanagan, Chris nos alojó en su casa, nos colmó de atenciones y caprichos, y nos despedimos al segundo día realizando una ascensión nocturna a una de las montañas heladas que se alzan sobre el lago, el ron caliente con especias que iba en nuestros termos ayudó a calentar los espíritus en aquella fría noche en el valle.

El lago en cuestión…De 23 Canada
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Nos habríamos quedado más, pero debíamos continuar ruta si queríamos estar de vuelta en Vancouver a tiempo para nuestros respectivos vuelos. El pueblo de Nelson, enclavado entre montañas a los pies de las Rocosas era el siguiente objetivo, era éste un lugar que no quería dejar de visitar antes de abandonar el oeste canadiense: tradicionalmente considerado como un valle sagrado entre los indígenas americanos por la fuerte energía que emitía, dos hermanos de Washington levantaron una compañía minera 200 años atrás extrayendo del valle gran cantidad de preciados cristales; a medida que los recursos iban desapareciendo y los trabajadores emigraban, hippies venidos de todas partes del mundo se fueron asentando durante la segunda mitad del siglo XX atraídos por esa misma energía del subsuelo y llevando a cabo todo tipo de proyectos ecológicos, económicos y artísticos, creando un ambiente similar al que anteriormente había podido ver y disfrutar en pequeñas localidades de India, Guatemala o Tailandia.

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Disfrutamos del agradable ambiente invernal del pueblo, mucho más tranquilo incluso de lo que esperábamos, y continuamos ruta a Revelstoke, en el norte, o eso pensábamos. Fue una inesperada tormenta de nieve la que nos obligó a dar la vuelta en mitad de la montaña, era un riesgo innecesario continuar con nuestro plan debido al peligroso estado de las carreteras.

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“No hay casualidades, todo tiene un motivo, su razón de ser” -nos hubieran dicho en Nelson-, nunca sabré si ese frente frío acompañado de bajas presiones que azotaba furiosamente el Oeste formaba o no parte de un plan divino, pero gracias a él terminamos siendo invitados a quedarnos en una casa comunitaria que preparaba una cena con invitados de lujo. Talleres de confección de cazasueños, cocina internacional, canciones, danzas, juegos, risas, sueños… hicieron de esa improvisada noche en Nelson una de las más especiales de todo el viaje.

De 23 Canada
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Pero no había tiempo para más, los días habían pasado sin darnos cuenta y todos abandonábamos Canadá en aviones que partían hacia diferentes direcciones. El contraste del blanco suelo y cielo azul del interior iba poco a poco dando paso al gris lluvioso de Vancouver. Afortunadamente sí hubo tiempo para despedidas, tantas nuevas amistades, tantos sentimientos, tantas experiencias… de repente se convirtieron en recuerdos tras la delgada línea de ese abrazo que uno quisiera prolongar indefinidamente.

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Y ya, tuve la suerte de abandonar Vancouver en compañía de Enrique, y acampar con él la última noche de otra etapa que se cerraba en el aeropuerto de Seattle, tras un festín intempestivo de comida asiática. Un vuelo de madrugada que a veces preferiría no haber tomado me depositaba varios cientos de millas al sur, en mi cabeza aún adormecida comenzaba a resonar una famosa melodía de los 60’s:

“If you are going to San Francisco…”

De 23 Canada
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¡Gracias chicxs, por participar en el regalo-sorpesa! y aún más gracias a quien esto inventó, cortó, pegó y cosió. Aquí os muestro el resultado, ahora os tengo aún más a mano.