Esta entrada se deberÃa haber publicado hace más de una semana, de hecho para estas alturas ya tendrÃa que estar calentita y a puntito de salir la primera de Nepal, con bastante miga. Pero mañana salgo a hacer el Circuito de los Annapurnas y a aislarme en la montaña por un tiempo, asi que anticipo que se servirá tarde, frÃa y recalentada. Quejas e insultos a los cortes diarios de luz de Katmandú.
Katmandú (Nepal) -dia 165-
Mucho habrÃa para escribir sobre el TÃbet, aunque el tiempo y los medios han limitado bastante mis intenciones. No obstante, el Dalai Lama dijo una vez: «ve al TÃbet y mira muchos lugares, tantos como puedas, luego cuéntale al mundo». Vamos a intentarlo:
El Gobierno Chino debió oir también aquella invitación, pero lo de contarle al mundo parece que no entraba en sus planes, tampoco que el resto lo hiciéramos, asà que desesperar hasta el punto de hacer rozar la locura a todo extranjero que intentase entrar fue la polÃtica que mejor funcionaba… Pero todo esto ya lo sabÃamos hace algunas semanas, y también que bastantes viajeros curiosos se vieron obligados a última hora a volar o cambiar su ruta rodeando el TÃbet; lo que nunca imaginamos es que nosotros cuatro serÃamos prácticamente los únicos extranjeros en una de las regiones más grandes de China.
Según supimos posteriormente, no elegimos buenas fechas: marzo es el aniversario de la sangrienta revolución de 1959 y para evitar nuevos levantamientos y ojos extranjeros que vieran el consecuente sofoco por parte del ejército, se tomó la decisión de cerrar durante todo el mes las pocas fronteras abiertas a todo ciudadano no chino. No me preguntéis cómo pudimos acabar adentro, porque sigue siendo todo un misterio…
La vida en el tren transcurrÃa mientras Ãbamos subiendo, dejando atrás el color verde, las ciudades y prácticamente todo rastro de vida; al amanecer del segundo dÃa de viaje pude ver el sol elevarse sobre las blancas montañas del horizonte, y entre ellas y el tren, una vasta y amarillenta llanura y nada más. Algunas manadas de yaks buscando qué comer, banderas de oración o lagos helados irrumpÃan la hipnotizante monotonÃa del paisaje. Ya era cierto: después de todos nuestros problemas era tan increÃble como innegable: ¡Estaba en el TÃbet!
Esa tarde llegamos a Lhasa, y tras las recientes fábricas y carreteras, se alzaba todavÃa, resignado, el Palacio del Potala, residencia de los Dalái Lamas desde el siglo XIII hasta 1959. Unos militares nos dieron la bienvenida pidiéndonos ya en la estación todo tipo de documentación, después, nuestra guÃa asignada nos explicaba las normas del juego: estaba prohibido que fuesemos a ninguna parte sin su compañÃa. ¡No era posible! Por fin estaba en Lhasa y nos obligaban a encerrarnos en el hostal hasta que nos vinieran a buscar al dÃa siguiente? Por lo visto, toda la normativa se habÃa endurecido notablemente desde las manifestaciones mundiales durante los Juegos OlÃmpicos del 2008, y además, marzo traÃa premio. Pero era impensable encerrarse ahà con todo lo que nos esperaba fuera… Negociamos, y ganamos, de acuerdo, podrÃamos salir, ¡bien! Aunque habÃa ciertas normas básicas, como no llamar la atención y, por encima de todo: «don’t take pictures to the soldiers» (no saquéis fotos a los soldados), si no oÃmos diez veces esta frase no fue ninguna, y tranquilos, que este pseudoreportero de comportamiento adolescente os las adjunta después.
La primera de las caras del TÃbet que se nos presentó de repente, fue la mÃstica, manifestándose en todo su esplendor. Por casualidad, vivÃamos detrás del Templo del Jokhang, centro principal del budismo tibetano, a donde diariamente llegaban peregrinos que venÃan caminando desde todos los rincones del paÃs, sus harapientas pieles y las rastas de sus cabezas revelaban que algunos habÃan recorrido miles de kilómetros. Al llegar, por fin, se postraban una y otra vez, realizando además varias veces el kora (circunvalación) al templo antes de presentarse ante la estatua de Sakyamuni. Era inevitable no unirse al Kora de los cientos de peregrinos que rodeaban el Jokhang; hombres, mujeres y niños, de Lhasa o de muy lejo, que recitaban sus mantras y mejoraban su karma. TÃbet significa principalmente budismo, y éste está tan arraigado en este pueblo que condiciona toda su forma de vida. Fue asà desde el siglo VIII, continuó de manera muy disimulada durante la infame Revolución Cultural, y permanece en nuestros dÃas. Algo complicado de entender para unos viajeros occidentales que marca el ritmo y la razón de su existencia. Y budismo era la gran mayorÃa de visitas que el «tour» incluÃa: el Palacio del Potala, el Palacio del Norbulingka o residencia de verano del Dalái Lama, el templo del Jokhang, el monasterio de Sera, el monasterio de Gyatse, el monasterio de Tashilumpo… abonando con gran pesar para nuestro bolsillo y sobre todo para nuestra moral el atraco que el Gobierno Chino exigÃa como entrada a estos recintos. Aún asà debo reconocer que cada uno de ellos mereció la pena, y tras cruzar la puerta uno se encontraba en un surrealista lugar, muy lejos de casa y de nuestra realidad, donde los fieles ejercitan libremente su fervor religioso y donde parece que desde la Edad Media no ha pasado ni el tiempo ni el ejército.
|
¿Dónde está Wally? – De Tibet |
Pero sà han pasado, y desde la llegada a Lhasa otra de las caras se hizo patente: la de la ocupación, la represión y la privación de libertad. Los derechos de los tibetanos están ninguneados desde hace más de medio siglo y la mayorÃa ya viven resignados, intentando llevar una vida lo más parecida posible a la que llevaron sus antepasados, sin interesarse demasiado por la libertad ni la modernidad altruistamente traÃda por las tropas maoÃstas.
Rodeando el Jokhang y junto a los peregrinos que circulan, he omitido antes los cientos de militares que patrullan con ellos, los puestos de policÃa en cada esquina, las cámaras de seguridad y muchos otros aparatos del estado que conferÃan a la ciudad un ambiente de estado de guerra digno de Bagdad o Kabul.
Los peregrinos se alegran de nuestra presencia y no paran de sonreÃr, no nos entendemos pero hay complicidad, a la que solo podemos responder con una sonrisa de comprensión y solidaridad. Algunos jóvenes valientes se me acercan y me susurran: «hello» disimuladamente antes de seguir su paso con rapidez, pero un anciano que apenas podÃa caminar se acercó y con la mano en el pecho y lágrimas en los ojos no dejaba de repetirme: «Dalai Lama, Dalai Lama»…
Un grupo de policÃas vino a interrogarme después y obligarme a abandonar la plaza del Jokhang por altercado público: me habÃa sentado a escribir estos hechos que no querÃa olvidar y habÃa atraÃdo la curiosidad de jóvenes y peregrinos que miraban extrañados los curiosos carácteres que anotaba en mi cuaderno.
Nuestro permiso en la Región Autónoma del TÃbet nos obligaba a abandonar Lhasa al cuarto dÃa, y con pena dirigimos una última mirada al Potala desde la lejanÃa. Pero una nueva cara aguardaba impaciente para impresionarnos: la de los irrepetibles espacios naturales del Techo del Mundo. A escasos kilómetros de Lhasa, y desde los 5.000 metros de altura del Kamba-La, las turquesas aguas del Yam-drok-Tsó, uno de los cuatro lagos sagrados del TÃbet serpenteaba bajo nosotros.
Siguiendo la Carretera de la Amistad en nuestra ruta hacia Nepal, al subir el puerto del Kharo-La un impresionante glaciar colgado de un sietemil se elevaba hacia el cielo, alrededor, montañas, yaks y nada más.
Pero el plato fuerte de esta suculenta cena estaba prometido para última hora de la tarde, habÃa que esperar primero a subir un interminable camino sobre piedras y hielo para poder divisarlos, y el ateo que hay en mà habÃa rezado porque ese dÃa saliera despejado. No era más que una montaña, una más de tantas que me habÃan rodeado durante las últimas semanas; pero para el montañero que llevo dentro significaba un sueño hecho realidad y un momento inolvidable de mi vida, dedicado a todos aquellos con los que he compartido y fantaseado durante dÃas y dÃas de Pirineo: esa noche dormirÃa a los pies del Everest y desde lo alto del collado tendrÃamos nuestro primer cara a cara.
El Everest se llevaba llamando Qomolangma en tibetano («diosa madre») y Sagarmatha en nepalà desde mucho antes de que un oficial británico «descubriera» que el pico XV era el más alto de la Gran Cadena de los Himalayas y en consecuencia, el más alto del mundo. En honor a su predecesor, sir George Everest, este oficial asà le quiso llamar, aunque a los tibetanos les importó más bien poco cómo quisieran llamarle los ingleses, y por Qomolangma sigue respondiendo . Qomolangma o Everest, resultó ser una diosa bastante tÃmida, y mientras sus compañeros Makalu, Lhotse, Xixibangma y Cho Oyu mostraban con evidente orgullo sus picos que sobrepasaban los 8.000 metros, la principal protagonista se seguÃa tapando con la única nube que habÃa en el cielo. No se si fue causa de racanear con la manteca que eché a las velas o de recitar con acento extranjero el «oh mani padme um», pero cuando llegué al monasterio de Ronghpuk, donde pasarÃamos la noche, ya estaba completamente cubierto.
No es fácil dormir cuanto uno está bajo el pico más alto de la Tierra, tampoco cuando encima hay uno de los cielos más puros y limpios (a excepción de la mencionada nube) y a 5.100 metros ya refresca, por lo que la noche resultó bastante extraña, pero unas horas después me levanté con expectación: no era para menos, me tocaba vivir uno de los dÃas más emocionantes de mi vida…
TodavÃa de noche y con un frÃo helador ascenderÃamos hasta el Campo Base, un sacrificado paseo matutino que me costará tiempo olvidar; allÃ, a los pies del Qomolangma, no habÃa tiendas ni montañeros, ninguna expedición estaba esperando para atacar aquella cercana cima soleada desde su cara norte; solo la caseta de un militar y su perro custodiaban la montaña. Sobre un ovoo de piedras, bufandas y banderas de colores contemplaba y deliraba, mientras el insensible viento, que parecÃa no entender de sueños ni fantasÃas, nos cortaba la cara.
|
PÃo, de la expedición aragonesa, camino de la cumbre – De Tibet |
Tras una reconfortante comida en el monasterio junto a la estufa, habÃa que seguir camino, todavÃa quedaba más, mucho más! Bajo la sombra de las montañas seguirÃamos recorriendo los km que nos acercaba a Nepal, sobre el hielo y el barro. Cerca de la frontera, en el último puerto que nos elevarÃa sobre los 5.000 metros, el Tibet se despedÃa de mà regalándome una de las más bellas panorámicas de mi vida; no tuve más remedio que regalarle la bufanda blanca como agradecimiento, y la esperanza de poder regresar algún dÃa.
Poco después, el vehÃculo se encañonó en una vertiginosa garganta que parecÃa no tener fin, poco a poco iban apareciendo los primeros árboles, los rÃos, los colores… y el desierto de la alta meseta dio paso a un agradable y familiar paisaje alpino. Un salvaje rÃo formaba el fondo del barranco, y sobre él, el irónico «Friendship Bridge» que hacÃa de frontera. Decenas de soldados armados me impedÃan ver el verde del rÃo sobre el Puente de la Amistad. En medio del caos, poco a poco Ãbamos atravesando una frontera muy poco convencional, que separaba mucho más que dos paÃses. Al otro lado del puente, un militar nepalà nos avisó de que ese dÃa habÃa muerto el Primer Ministro, nos habló de revueltas en Katmandú y de la guerrilla, y se ofrecÃa insistentemente a escoltarnos en nuestra entrada al paÃs. Afortunadamente para mÃ, no tuve que buscar excusas para rechazar ayudas no deseadas de uniformados, de repente, una multitud de mujeres con saris de colores y el ojo rojo de la sabidurÃa tatuado en la frente, forzaron la puerta y entraron en masa camino del TÃbet, ridiculizando los esfuerzos de nuestro amigo el militar por mantenerla cerrada. Estaba en Nepal…
Las caras que me faltaron eran principalmente tres el dÃa 18 de marzo. Si hubiéramos sido consecuentes con los utópicos y delirantes planes que preparamos meses atrás, tal dÃa como ése deberÃa estar brindando por el reencuentro con Esther, Gerardo y Fátima allá por Kuala Lumpur… hace mucho que sabÃamos que no iba a ser asÃ, que cada uno estábamos siguiendo el ritmo que nos marcaba el viaje, y asà deberÃa ser. No obstante, como estaba prometido, la estimulante Lhasa nos brindó una tregua para brindar por ese reencuentro pospuesto que antes o después caerá.
Y como despedida, os dejo con la cara más tierna que nos mostró ese TÃbet que cada vez queda más lejano…
Sin comentarios, creo que deberia replantearme mi trayectoria tras leer tu entrada. Las fotos una pasada, Niki aunque celosa, te manda recuerdos 😉 Veo que has reciclado tu gorra argentina. Muchos besicos a los 2!
por Fatima 3 abril 2010 at 1:49 pmEyyy, por donde andas? Si, te animo a que hagas esa reflexion.
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:05 amBesos pa Niki y pa ti, mi nikita hace lo q puede… ya daras noticias de vida, mua
Acabamos de leer esta entrada…Increibel! y las fotos super guapas tmbien! nosotros tmbien vimos una puntita del Lotse y del Makalu,aunque desde un poco mas lejos y desde otra perspectiva.No pudimos tomarnos esa cerveza por estar en territorio musulman(aunque tmbien se pueden encontar eh!)
por Gerardo y Esther 3 abril 2010 at 3:01 pmGerardo: Adrian! cuando vuelva a espagna(me queda poco) me leere tu blog enterito una y otra vez seguro.A ver si entras en territorios que haya estado yo antes y te pueda servir de ayuda.Por cierto,me haria mucha ilusion si te acuerdas de recogerme alguna chapa botella de algun pais que no haya estado como Nepal por ejemplo…una pena no habertelo dicho antes! un abrazo
Esther: me encanta como escribes amor!!! MUAK
Gracias chicxs! como os va? q tal os trata indonesia? (pregunta retorica, ya veo q mejor q bien). Acabo de bajar de las montanias y me intento poner al dia en vuestra aventura, q capacidad de escritura, me teneis impresionado y avergonzado a partes iguales. Cuando volveis? un besazo grande
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:08 amTÃo, muy guapo todo eso que estás viendo, hace dÃas que no te seguÃa y lo he flipado… que te siga yendo bonito
por Terko 9 abril 2010 at 1:57 amHombreee! Me tenias preocupado, mi seguidor mas fiel, pensaba q ya te habia aburrido con mis historietas o que los de telefonica tambien te habian cortado la linea, me tranquilizas. Un abrazo
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:10 amQue pasada lo de llegar al tibet!!!! Leo con avided tus lineas, sigue robAndole minutillos d esos q nunca sobran a tu viaje xa contarnoslo todo! Un abrazo dsd brooklyn, donde soy feliz este fin de semana,
por dreamessenceonthemove 12 abril 2010 at 7:56 am]d[
Ey Dani! me alegro q te vaya bien por aquellas tierras. Generalmente suelen ser horas cuando me pongo en serio, pero se agradecen los agradecimientos. Un beso, cuidate!
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:12 amHola Patiperro,
por Giova 19 abril 2010 at 1:48 pmNo sabes la alegria que me da, ver que has llegado tan lejos… y aun falta.
Gracias por compartir tus experiencias, voy tomando nota.
bss primaverales
Chilena! como estas? cuanto tiempo sin saber de ti!
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:13 amSigues en zgz? q vida llevas? Gracias por tus comentarios, un beso!
Me sigue impresionando todo el recorrido que vas trazando a lo largo de los meses y además me pones los dientes largos de todo lo que se puede ver todavÃa en este mundo.
por Isabel 20 abril 2010 at 11:20 pmVamos a contar con Jorge Sánchez el dÃa 6 de mayo para presentar su próximo libro aquà en Zaragoza, asi que espero que todo el material que vas recopilando lo puedas compartir con nosotros tus amigos los Trotamundos Aragoneses.
Que sigas disfrutando de todas esas vivencias y gentes que encuentras en tu camino.
Un fuerte abrazo.
Hala hala, q me sacas los colores… disfrutad la charla y aprended de ese personaje, en algunos momentos puntuales lo recuerdo y pienso: que haria el en un caso asi?
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:17 amA la vuelta (sea cuando sea) esperare ese honor.
Un abrazo para todos
Perdón por la «occidentalada» q voy a soltar, pero: has estado en algún «concierto» (por llamarlo asÃ) de cuencos tibetanos…pq es una experiencia super chula… Si no tuvieras tanto viaje por delante te pedÃa q me trajeras unos de alla 😛
por Estheruwka 21 abril 2010 at 10:08 amPerdonada 🙂 y un consejo:el proximo comentario de este tipo me lo pones antes de llegar, jeje, asi la proxima vez te respondere afirmativamente. Un besico pa toda la familia.
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:20 amque increible el relato y la historia fabianmazzei. muero por las fotos de los chicos, con los cachetes rojos del frio.
por Lulu 23 abril 2010 at 1:42 ammucho asia mucho asia pero yo seguiré esperando mi postal de buenos aires eh…
besos
luli
Gracias! Tranquila, se paciente, que entre la postal y el mate no tengo eleccion. Besos
por enlazadordemundos 23 abril 2010 at 10:21 am